lunes, 16 de mayo de 2016

091. Ajustando cuentas con la historia





Veinte años han pasado desde su último concierto en el auditorio de Maracena. Veinte largos años en los que su legión de seguidores no ha dejado de creer en la resurrección de Los Cero. Por fin ha sucedido. Como dijo José Ignacio Lapido, “no todo el mundo resucita cada veinte años”. Ellos lo han hecho por la puerta grande. Desconozco los motivos más privados de esta vuelta, ni los busco.

Si hablamos de búsqueda, prefiero la búsqueda de los sentimientos, de las emociones, de la magia.

La noche del pasado sábado pude encontrarme con algo de todo eso … y mucho más.

Habían pasado escasos minutos de las diez de la noche, cuando surgieron sobre el escenario Los Cero, como si se tratase del ave fénix renaciendo de sus cenizas. El aforo de la plaza de toros granadina hasta la bandera y multitud de eufóricos y viejos rockeros con la sensación de encontrarse ante un acontecimiento musical histórico.

Nada más comenzar a sonar los primeros acordes, se podía palmar la emoción del respetable. Todos entregados a los riffs del maestro José Ignacio Lapido, la voz, la armónica y la omnipresente figura de José Antonio García, y el empaque del resto de la banda, Tacho González, Jacinto Ríos y Víctor Lapido. Todo un ejercicio de rigor y profesionalidad musical.

Sonaron auténticos himnos que aún seguimos escuchando en casa, en el coche, en reuniones con amigos. Letras y acordes inconfundibles que llenan nuestras almas de la más nobles emociones. ¿Qué fue del siglo XX? Un cielo color vino, Zapatos de piel de caimán, Mi sombra y yo, La canción del espantapájaros, Nubes con forma de pistola, … un larguísimo etcétera. Dos horas y media extraordinarias, de las que no se olvidan.

Y además, un maravilloso grupo de amigos con los que pudimos saborear una previa y un epílogo a la altura del magistral concierto al que acudimos. Sublimes momentos. No se puede pedir más.